Si al extender las alas de mi mente,
como gaviota sobre la mar vuelo,
me recreo e imagino a mar y cielo
fundidos en un beso sorprendente.
Si dejo que navegue el subconsciente
como pez en las aguas de un riachuelo,
pienso que son un par de jovenzuelos
prometiéndose amor eternamente.
Juntos; ya con arrugas en la frente
y la misma ilusión de adolescente,
entre nervioso y tierno te interpelo:
¿Recuerdas Luz aquel gélido invierno
en que sellamos nuestro amor eterno
con un beso al calor de los luceros?...
Terly
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