Amanecen tus ojos de imprescindibles albas,
despertando en mis ojos, todas las miradas.
Entre mis bocas rojas, amanece la escarcha,
cual dulce amapola en el rubor de la ventana.
Amanecen tus manos de incandescentes lavas,
desnudando mi carne sobre la piel de la mañana.
Y amanezco yo toda, entera y desatada
entre tus labios rotos, de humedad colmada.
Has poblado los ríos de mis venas sonrojadas,
has removido el viento al abrazo de mis ramas
Y en los bosques mullidos de cortezas calladas,
has escrito melodías bajo mis lunas blancas.
Has nombrado mi boca con tu boca plateada
has rociado fronteras con tus cristalinas aguas.
Y en las curvas de mi cuerpo has forjado tu morada,
donde amanece siempre, donde siempre quiero amanecer
sintiendo como me abrazas.
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