Poema a la muerte de la madre de Carmen Diez Torio.


Un dolor clavado en el pecho
una hija desgarrada
los sollozos en tu lecho
compañeros de madrugada.

Cien garras de acero frío
atenazan tu garganta
y ese corazón herido
que al cielo la vista levanta.

Duelen los ojos del llanto
que apenas empieza a brotar
duele la carne y el alma
¿hasta cuando dolerá?...


Una suplica se asoma
al dios que todo lo puede
tráeme a mi madre bendita
que sin ella mi alma muere.

Y los sollozos aumentan
ya la soledad se cierne
y a la sombra de la cruz
golpea la sangre en sus sienes.

Levanta la vista al cielo
y pidiendo con fervor
caen dos perlas del llanto
nacidas del corazón...

Carmen, no se me dan bien los pésames, quizás por que escuche a lo largo de mi vida demasiados...
siento tanto su disgusto en ojos sin expresión y vacíos de cariño, una frase echa que pronunciaban sin el mas mínimo atisbo de sentimiento... En este poema recuerdo tus sentimientos que son los que yo tuve cuando murió la mía y se lo que tu querías a la tuya y me pongo dentro de tu propio dolor para decirte cuanto lo siento y te dejo un abrazo...

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