Corría el año 1975 cuando monté mi primera constructora, Menphis Gestión y Construcción S.A.
en un sitio emblemático de Sevilla, al lado del arco del postigo. Diseñé un catalogo de viviendas modulares para las nuevas urbanizaciones que en aquella época estaban de moda, España estaba creciendo económicamente y las familias se embarcaban en una segunda residencia en el campo. Al final de la calle de mi oficina que era Federico Sanchez Bedoya se encontraba la catedral, estaba ubicada dentro de un patio sevillano con tiendas de artesanía y mantillas. El lugar era precioso.
En seis meses, estaba en pleno funcionamiento y aproveche un local cercano que estaba vacío para montar otro negocio muy diferente, mi primer bar de copas, lo llamé Soma, por esa pastilla que distribuían en la serie de la BBC escrita por Aldous Huxley, en un mundo feliz para mantener al pueblo en permanente estado de euforia y felicidad.
Eran años de mucho trabajo, todo el día con el tema de las obras y a partir de las ocho de la noche en el Soma...mucha música, mucho alcohol y mucha juventud tomando de todo lo que pillaba. A Pedro lo invité a la inauguración, en aquella época estaba fuera de Sevilla pero acudió y se quedo tres días...
en un sitio emblemático de Sevilla, al lado del arco del postigo. Diseñé un catalogo de viviendas modulares para las nuevas urbanizaciones que en aquella época estaban de moda, España estaba creciendo económicamente y las familias se embarcaban en una segunda residencia en el campo. Al final de la calle de mi oficina que era Federico Sanchez Bedoya se encontraba la catedral, estaba ubicada dentro de un patio sevillano con tiendas de artesanía y mantillas. El lugar era precioso.
En seis meses, estaba en pleno funcionamiento y aproveche un local cercano que estaba vacío para montar otro negocio muy diferente, mi primer bar de copas, lo llamé Soma, por esa pastilla que distribuían en la serie de la BBC escrita por Aldous Huxley, en un mundo feliz para mantener al pueblo en permanente estado de euforia y felicidad.
Eran años de mucho trabajo, todo el día con el tema de las obras y a partir de las ocho de la noche en el Soma...mucha música, mucho alcohol y mucha juventud tomando de todo lo que pillaba. A Pedro lo invité a la inauguración, en aquella época estaba fuera de Sevilla pero acudió y se quedo tres días...
La segunda noche dejé a mi encargado en el bar y lo llevé al teatro y después a cenar a casa de un amigo en la que estaba invitado por su cumpleaños. Su casa estaba en la carretera de Carmona en un quinto piso. Eramos diez personas entre mujeres y hombres, después de cenar Pedro sacó de su cartera una papelina con cocaína, hizo unas rayas y ofreció, pero nadie quería eso, no era un grupo donde se consumiera drogas. El se hizo una ralla y guardó el resto.
A continuación sacó como una especie de papel secante con unos sellos pequeños decorados con una cara sonriente, ofreció y de nuevo nadie quiso aceptar el regalo...
Se lo puso sobre la lengua, no le notamos nada al principio pero en una media hora, sus pupilas estaban muy dilatadas, su cara parecía transfigurada como en un estado de éxtasis y felicidad. Empezó a andar arriba y abajo por el salón mientras tomábamos una copa. Lo vimos abrir la puerta de la terraza y quedarse parado delante de la barandilla, subía los brazos como si estuviera volando y un amigo que estaba al lado mio me dijo, ve con el, no te fíes que ese puede saltar...
Cuando fue a subir sobre una silla de la terraza, los dos salimos corriendo para el y lo tumbamos sobre el suelo, le duró el viaje tres horas y cuando lo vi mas recuperado le pregunte por lo que iba a hacer y lo que estaba sintiendo...
Cuando abría los brazos en la terraza, estaba a punto de saltar por que se veía así mismo como si fuera un pájaro que planeara hasta llegar al suelo. No sentía miedo por que sabia no le iba a pasar nada. Los rostros y la habitación era para el como un caleidoscopio de colores, el olor de la comida que quedaba era delicioso y penetrante, los sonidos estaban como aumentados por amplificadores y su felicidad en general estaba en un punto como jamas había conocido. Eso es lo que después me enteré era un buen viaje....
En otra ocasión que vi a Pedro, le recordé ese episodio y la cara se le ensombreció, me contó que cuando se enganchó en la heroína, había arruinado su vida, me veía a mi mismo como un ser despreciable y cuando me dieron un ácido fue muy diferente, tuve un mal viaje, tan malo que cuando me miraba al espejo veía en el un ser monstruoso, los sonido eran estruendos y los colores me dañaban la vista. Me acosté y fue lo peor que hice por que sufría tremendas pesadillas con los ojos abiertos y terminé temblando y gritando sentado en un rincón de la habitación. .
El ácido por lo visto potencia todo lo que de bueno o malo pasa por nuestro interior y si la persona es feliz se siente aún mas, pero si tiene graves problemas personales, se potencia todo lo malo que uno lleva dentro.
Yo no se si ahora los jóvenes toman lsd, pero en aquella época era algo muy común y acabó con muchos jóvenes en tratamiento psiquiátrico por un mal viaje...se quedaban colgados, hablaban solo por la calle o estaban como cogiendo moscas siempre totalmente perdidos...
Como ya comenté al principio, intento volcar las experiencias propias y ajenas en este libro con la intención de poner en guardia a todos aquellos que les gusta jugar a la ruleta rusa con su vida y en su momento, dar mis mejores consejos para aquellos que ya tienen problemas y quieren curarse.
Hay tres formas rápidas de dejar la droga, una es no hacer nada hasta que el sida y las enfermedades acaben contigo y créeme que es mas rápido de lo que piensas... otra y es la más rápida, pegarte un tiro y acabar rápidamente con tu sufrimiento y el que le infliges a tu familia y amigos...y el mas lento y efectivo, coger al toro por los cuernos y decidir hoy mismo ponerte en manos de profesionales que te ayuden con un solo objetivo en tu mente, la recuperación total física y psíquica...
Pues que tengan un buen viaje, pero libre de todo lo que te ate...
Ángel Reyes Burgos
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