Caminando hacia el abismo.-Capítulo 30.- En la recta final.


Capítulo 30.-

En la recta final.-

Ayer estuve hablando con el psicólogo de Pedro, me dijo que le iba a dar el alta del centro de acogida y que a partir de ese momento tendría que ir cada quince días al centro de drogodependencia para conseguir lo que yo le propuse, estar un año bajo la supervisión del centro y su psicólogo que le harían analíticas para comprobar que seguía limpio.  Ya no tomaba metadona y  si en ese año no reincidía, le darían un certificado y el alta definitiva como drogodependiente, para el era muy importante ese reconocimiento para cerrar esa etapa...

Es algo que a mi me interesaba que hiciera por el mismo y por sus hijos, pues aunque no estaban con el, que supieran que su padre estaba curado de esa cruel enfermedad. Se encontraba en esta casa...
Un precioso chalet de dos plantas con salón de televisión, dormitorios, cocina  y todos los servicios,
ubicado en una gran parcela con jardines... Yo tenia una foto que no encuentro, de un día que estuve con el y en el jardín bailamos sevillanas en época de feria. A pocos metros está el centro de drogodependencia de la diputación de Sevilla donde el tenia que seguir en régimen de visitas.

Fui a recogerlo y como se acercaba la hora de comer lo lleve a la dorada, es uno de los restaurantes más preciado de Sevilla con especialidad de pescados y mariscos. Mientras comíamos estaba muy relajado pero no me miraba a los ojos, para mi es esencial cuando hablo con la gente que me miren y mirarlos, nunca de forma insistente, pero si mirar a los ojos, me inspira confianza...
Le pedí que lo hiciera y me confesó que se sentía muy avergonzado por lo que hizo y por traicionar mi amistad. Pedro, eso es agua pasada, ahora estás curado y ya va siendo hora de que cierres definitivamente esa puerta y enfoques el futuro con optimismo...Seguimos hablando y poco a poco se fue relajando y mirándome con franqueza a los ojos...

Lo dejé en casa para que se instalara cómodamente y me fui a la oficina a pasar la tarde, por la noche cuando llegué había echo la cena, un exquisito pollo asado con patatas arrugadas y mojo picón..
Fue la primera de muchas hermosas sorpresa que me dio en esa nueva etapa de su vida. Por la mañana lo lleve conmigo a la oficina y le dí la tarea de modificar un presupuesto con nuevos precios que le di. Era fundamental para el, que se sintiera útil y ocupado para integrarse plenamente en su nueva vida. Por su forma de trabajar, ya no dudaba en que estaba recuperado por completo.

Por la tarde estuvimos recordando anécdotas del internado en la casa cuna siendo unos críos...a veces
se pasaba hambre y muchos años después mi madre me explicó la razón...las despensas de las monjas estaban repletas de carnes y lo mejor que recibían, pero la de los niños apenas tenían lo suficiente y siempre de muy mala calidad. Mi madre envió una queja anónima y se presentó una inspección en las cocinas y despensas de los niños y las monjas, inmediatamente trasladaron muchos víveres de un sitio a otro y la superiora del centro recibió una amonestación formal y la amenaza de destituirla...La primera piedra de la casa cuna la puso el rey Alfonso XIII y Maria Eugenia en 1914, aunque nada tiene que ver con mi libro, son datos que quiero aportar junto con esta otra imagen tan hermosa que teníamos cerca de la entrada principal...

Aparte de la anécdota triste de la comida, la verdad es que vivíamos en un entorno de ensueño.
El que hiciera referencia antes a la comida, es por lo que Pedro y yo estábamos recordando de los días de escasez, esperamos junto a la piscina al camión de suministro que volcaba la verdura delante del almacén sobre el albero, era agosto con lo que supone esa temperatura en el verano de Sevilla, llegó poco antes de comer y teníamos un hambre los dos canina...conforme caían los tomates al suelo lo cogíamos y lo deborabamos sin lavar y tan caliente como una manzana al horno, en media hora estábamos echando tomate por todos los poros...total una semana en la enfermería...

Y eso no fue nada comparado con ese verano en el campamento que me comí tres melones enteros tan caliente como los tomates, los cogí directamente del camión cuando no me veían, si los melones hubieran sido de los grandes, me entierran con la barriga llena...aunque esa vez me tuvieron que trasladar al hospital, tenia trece años y hasta los veinticinco, no podía ni oler un melón sin que me dieran arcadas...como ven en la foto, nos parecíamos a las juventudes hitlerianas con nuestros rifles de juguetes haciendo instrucción...un poco de agujetas y después...a cantar el cara al sol...

Cuanto disfruté esa noche de la presencia de Pedro y su estado de animo, con eso de los tomates y mis tres melones, nos reímos con ganas y también al recordar esa ocasión en el campamento cuando ya estábamos en Virgen de los Reyes y sentados en una mesa limpiando lentejas, el me dice que tengo un alacrán subiéndome por la pierna, yo lo mire y le di con la mano, al caer al suelo lo pise con el pie desnudo y tenia que ser torero por que me clavó su espada como un maestro, el dolor al rato era insoportable y de nuevo al hospital, la verdad desde pequeño hasta ahora tenia que haber alquilado una cama permanente para mi y me hubiera ahorrado tantos viajes...

En uno de los sitios que más he comido, ha sido en el cuartel de regulares uno de Ceuta, con eso que explique que era el responsable del garaje, podía pedir toda la comida que quisiera por los favores que me debían dentro del cuartel los oficiales...Una de las anécdotas que recordamos fue del día de la patrona de regulares que estábamos obligado todos a desfilar, yo me levante temprano y cogí el camión de la basura para ir a los fuertes, ese día estaban todos los servicios suspendidos, pero aún así, me fui a una cala apartada en la playa y me metí a una roca a coger mejillones, la roca cortaba como navajas y aunque llevé muchos mejillones a la orilla, yo parecía que me habían atacado mil pirañas de la cantidad de cortes y sangre que tenia por todo el cuerpo de cada envite de las olas que me estampaban contra ellas...En el camión llevaba limón y en una plancha de metal, empece a asarlos después de hacer fuego. En media hora tenia treinta chiquillos alrededor esperando mejillones...Fue un día memorable...
Cuando llegué al cuartel me mandaron directamente al calabozo, pero mi comandante al día siguiente me sacó, me necesitaba para que le hiciera los planos de las maniobras que se iban a hacer en Córdoba...Otro día, me fui con el cartero en un jeep a recorrer los fuertes, era el jeep del coronel y parecía Fittipaldi corriendo por las colinas de la sierra, pero me di cuenta que de eso nada cuando derrapé en una curva de piedras y caí varios metros dando vueltas por el terraplén...

Me lo arreglaron el fin de semana pero el mecánico no se dio cuenta que las ballestas estaban partidas y el coche sonaba como si se fuera a desarmar y el coronel asustado le pregunto al chófer por lo que pasaba y se lo dijo...total esa vez no me libró de un mes de calabozo ni el general que me sentó en sus piernas el día de la patrona que estaba yo de camarero sirviendo las mesas y quería que este sevillano le contara chistes, el estaba borracho pero yo más porque apunte una botella de jb a su nombre y casi me la termino allí mismo. Pero se la terminaron en el cuartel porque al llegar casi al amanecer, no encontraba ni el garaje y lo aparque delante de los dormitorios. A la mañana siguiente, los cabronazos me sacaron en procesión con cama y todo al patio y se tomaron la media botella que quedaba debajo de mi almohada. Me alegré que me despertaran  pues ese día cogía el barco para regresar a España por un permiso de navidad. La policía militar no me dejaba embarcar por mi pelo tan largo y les prometí que al llegar a Ceuta me pelaría...me pasé toda la mili con el mismo pelo.
En otra ocasión y por una apuesta me afeité la cabeza contraviniendo las ordenanzas...una semana de calabozo y en otra por otra apuesta estuve cinco días andando descalzo por el cuartel y el comedor, aduje que tenia hongos en los pies y cada oficial con el que me topaba le decía lo mismo y me pedían un certificado medico que nunca llevaba, mis travesuras me hicieron ganarme el apelativo de sevillano toca pelotas por parte de los oficiales...pero genio y figura hasta la sepultura...

Por primera vez en mucho tiempo no tuve pesadillas con Pedro, dormí como un lirón y un saco de esperanza rellenando mi colchón...

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Ángel Reyes Burgos

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