Has estado a mi lado tantos siglos,
y apenas hoy acabo de encontrarte…
No sé si te llamara amada mía,
o simplemente amante.
La amada es receptora,
como lo son los árboles
al acoger la brisa reincidente,
gentil exploradora, trashumante.
La amante es el fervor, la iniciativa,
el instinto que sabe abalanzarse,
la marea que insiste, y lame, y besa,
y al llegar se deshace.
Sé mi amante, serás amada mía,
espléndido engranaje
de émbolos y cilindros,
flexibles, rígidos o maleables.
Has estado a mi lado tantos siglos,
y apenas hoy acabo de encontrarte…
He visto lunas llenas en la noche,
soles agonizantes en la tarde,
pero no tan redondos
como los discos de tu propia carne,
trazados a compás, con el relieve
de sus centros rosáceos al aire.
Has estado a mi lado tantos siglos,
y apenas hoy acabo de encontrarte.
Ah tu avance frontal sobre mis ojos…
No pude ver los tuyos, dos estanques
de superficie límpida, serena,
a la sombra desierta de los sauces.
Perdidos en tus círculos,
olvidaron el resto del paisaje.
Mujer de lunas llenas
surgiendo del pasado, que me invades;
has estado a mi lado tantos siglos,
y hoy finalmente junto a mí renaces.
Hermoso poema de Francisco Alvarez
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