La España sangrienta...


La crueldad con la que los españoles hemos tratado a los animales no tiene parangón, hasta que media la influencia de una madre que quiso salvar a su hijo y cambio el festejo, se trata de el toro de Coria, El toro de Coria parte de una cruenta leyenda. La leyenda sostenía que cada año por las fiestas de San Juan (23-29 de junio), un joven era elegido a sorteo entre los mozos de Coria para ser corrido por las calles en un juego macabro. El joven se defendía con dos navajas o puñales de los ataques del resto. Como es lógico casi siempre solía morir. La leyenda cuenta que un año le tocó en suerte al hijo de una rica dama del pueblo y a través de sus influencias logró cambiar a la victima por un toro.

El toro va suelto por el recinto amurallado de la ciudad durante horas recibiendo los impactos de los dardos (“soplillos”, unos gruesos alfileres) que le lanzan los vecinos de Coria con sus cerbatanas. La tortura del animal no para aquí. Cuando su agotamiento y debilidad se va sobreponiendo a sus fuerzas el toro se acuesta, y ese es el momento en el que los mozos le cortan los testículos mientras agoniza. En la versión más moderna se le dispara un tiro. La fiesta data del siglo XVI y está declarada bien de interés turístico.

Pero esta barbaridad solo es una muestra de ese gran patrimonio cultural español, si es que aún tenemos la indecencia de llamarlo patrimonio cultural...tenemos estos otros y variopintos festejos a cual mas sangriento...Toro de la Vega de Tordesillas (Valladolid), Toro enmaromado de Benavente (Zamora), El toro júbilo de Medinaceli (Soria), La cabra por el campanario de Manganeses de la Polvorosa (Zamora), Fiesta de la pava en Cazalilla (Jaén), Los gallos de Guarrate (Zamora), Las corridas de Gansos de Carpio del Tajo (Toledo).

Por suerte para los animales, muchos de esos festejos se han prohibido o modificado, pero en este momento recuerdo lo sangrienta que es una corrida de toros. Yo fui a una a mis trece años que rejoneaba Ángel y Rafael Peralta, iba invitado y me pusieron en barrera donde a veces tenia el toro a un metro de mi...jamás se me olvidó lo que sentía cuando el toro echaba sangre por la boca herido de muerte después de una puntilla y esos estertores y ruido que producía.

Por supuesto no volví a ir a una plaza de toros en mi vida y me produjo una gran satisfacción la noticia de que en la ultima feria taurina el aforo estuvo casi vacio...
Desde luego, no es de recibo que en este país donde existen tantas asociaciones para salvar los arboles, las dunas de las marismas o el conejo de pascua, aún no hayan prohibido esa crueldad que supone una corrida de toros, yo les cortaría las orejas y el rabo a esos personajes que pudiendo no hacen algo por prohibirlo...

Ángel Reyes Burgos

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