Primavera y a mi alma, sonetos.

Abril, sin tu asistencia clara, fuera 
invierno de caídos esplendores; 
mas aunque abril no te abra a ti sus flores, 
tú siempre exaltarás la primavera.

Eres la primavera verdadera; 
rosa de los caminos interiores, 
brisa de los secretos corredores, 
lumbre de la recóndita ladera.

¡Qué paz, cuando en la tarde misteriosa, 
abrazados los dos, sea tu risa 
el surtidor de nuestra sola fuente!

Mi corazón recogerá tu rosa, 
sobre mis ojos se echará tu brisa, 
tu luz se dormirá sobre mi frente...
Siempre tienes la rama preparada
para la rosa justa; andas alerta
siempre, el oído cálido en la puerta
de tu cuerpo, a la flecha inesperada.

Una onda no pasa de la nada,
que no se lleve de tu sombra abierta
la luz mejor. De noche, estás despierta
en tu estrella, a la vida desvelada.

Signo indeleble pones en las cosas.
Luego, tornada gloria de las cumbres,
revivirás en todo lo que sellas.

Tu rosa será norma de las rosas;
tu oír, de la armonía; de las lumbres
tu pensar; tu velar, de las estrellas.



















Juan Ramón Jiménez, En 1902 publicó Arias tristes e intervino en la fundación de la revista literaria Helios. También abandonó el Sanatorio del Rosario y se trasladó al domicilio particular del doctor Luis Simarro. Ya en 1904 publicó Jardines lejanos...Para saber más pulse aquí.

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