Hoy volvió mi corazón
a creer en reyes magos;
porque yo tanto te quiero
y tú sigues, sin embargo,
a mi amor indiferente
y, por lo mismo, he pensado
que quizás los Santos Reyes,
concederme cual regalo,
quieran este seis de enero
que me digas tú ¡te amo!
Cómo sé que ya muy pronto
seis de enero habrá llegado
a los sabios del oriente
una carta ya preparo.
Creo que he sido un buen chico,
que no he hecho nada malo;
mas a ellos corresponde
decidir sobre mi caso
pues poner, en ti, mis ojos
sea, quizás mi gran pecado.
Bien comprendo que tenerte
un instante entre mis brazos
es, tal vez, más imposible
que descienda hasta mis manos
el lucero más precioso
que jamás haya brillado;
por lo mismo, soy consciente
que requiero de un milagro
para que este día de reyes
seas, tú mi gran regalo.
Y por eso como niño
a los Santos Reyes hago,
la sincera petición
que me traigan de regalo
la sonrisa de tus ojos,
el aroma de tus labios,
que son anhelos de mi alma;
por lo mismo, sin reparos,
hoy vuelve mi corazón,
a creer en Reyes Magos.
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