Al tronco Filis de un laurel sagrado
Reclinada, el convexo de su cuello
Lamía en ondas rubias el cabello,
Lascivamente al aire encomendado.
Las hojas del clavel, que había juntado
El silencio en un labio y otro bello,
Violar intentaba, y pudo hacello,
Sátiro mal de hiedras coronado;
Mas la invidia interpuesta de una abeja,
Dulce libando púrpura, al instante
Previno la dormida zagaleja.
El semidiós, burlado, petulante,
En atenciones tímidas la deja
De cuanto bella, tanto vigilante.
Al tronco descansaba de una encina
Que invidia de los bosques fue lozana,
Cuando segur legal una mañana
Alto horror me dejó con su rüina.
Laurel que de sus ramas hizo dina
Mi lira, ruda sí, mas castellana,
Hierro luego fatal su pompa vana
(Culpa tuya, Calíope) fulmina.
En verdes hojas cano el de Minerva
Árbol culto, del Sol yace abrasado,
Aljófar, sus cenizas, de la yerba.
¡Cuánta esperanza miente a un desdichado!
¿A qué más desengaños me reserva,
A qué escarmientos me vincula el hado?
La crítica desde Marcelino Menéndez Pelayo ha distinguido tradicionalmente dos épocas o dos maneras en la obra de Góngora: el ¡Príncipe de la Luz¡, que correspondería a su primera etapa como poeta, donde compone sencillos romances y letrillas alabados unánimemente hasta época Neoclásica, y el ¡Príncipe de las Tinieblas¡, en que a partir de 1610, en que compone la oda A la toma de Larache se vuelve autor de poemas oscuros e ininteligibles...Para saber más pulse aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario