Bórrame de tus ojos
de tu fría madrugada,
de los hilos de tu sangre
de tu boca y de tu cama.
De las yemas de tus dedos
de tu luz y esperanza.
Déjame llorar tranquila
con mi dolor encerrada,
que tu amor es un enjambre
de aguijones que se clavan.
Que mis ojos son dos ascuas
y mis lágrimas espadas.
Que mi dolor ya se escucha
por encima de las casas
y mi lamento en el aire
hasta los niños lo cantan.
Deja que mi amor se hiele
turbio de horas pasadas,
que mi pecho sea granizo
y mi piel paloma helada.
Deja que el olvido envuelva
a mi alma desgarrada.
Ódiame, o quiéreme tanto...
que hasta la tierra se abra.
(© Derechos Reservados)
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