Fue casual que aquella tarde
me sentara a tomar ese café
y cruzaras las piernas en ese instante
en que a los muslos con lujuria te miré.
La volviste a poner en ese estado
en que las rodillas se abrían para mi
sin nada que tuvieras bajo la falda
a mis pasiones y tus deseos me rendí.
Ese helado de leche merengada
que con la lengua lamias apasionada
fue el detonante que hizo levantarme
y dejarte con un beso extasiada.
Ni una palabra pronunciamos en el camino
al tomarte de la cintura al caminar
solo deseo vi en tu mirada
y en la cama me abrazaste hasta llorar.
Vi en tu entrega una infinita amargura
comprendiendo de tu entrega la verdad
estabas confusa y triste en la vida
y en tu corazón una inmensa soledad.
Agradecida me miraste a los ojos
con dos perlas brillando de emoción
y con un te amo y ¿ya no me recuerdas?...
me dejaste destrozado el corazón.
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