En medio de esta casualidad
que inventada ha sido por el caos
de la lejana siempre presente explosión,
se debate el hombre
en el centro mismo de la casualidad de la vida
queriendo manejar lo que no se detiene
creyendo necesario todo lo que ocurre
sin distinguir lo inevitable de lo casual
de los efimeros millones de años
en el estornudo universal.
Dividido todo en claros y oscuros
en los blancos que se pierden en el negro
en el negro que arde al fuego del mismo blanco
y eterno se hace aquel segundo universal
en que el hombre
quiere viajar más allá de la explosión.
Y revienta la mirada
mientras arrancar parecen los colores
que encarcelados por siempre
en la explosión de la pupila, se engañan
como el color que son los mismos hombres
en la pupila universal de la gran mirada.
Queriendo viajar más allá
montando apenas el mínimo pensamiento
que es la verdadera cárcel en que yace la vida.
Juntar deberanse todas las miradas
para apenas saber
lo que no podrá jamás... este poema.
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