Las meretrices


La ciudad ruborizada
multiplica sus ventanas
porque los pájaros sin nido
están recogiendo escarcha.

Las meretrices del barrio
al son de palmas cantaban,
sus cuerpos férreos arneses
y sus sexos, frías espadas.

La vida es una escalera
de placeres y de lágrimas
y el que quiera hacer la prueba
¡Que se asome a mi baranda!



Como si fuera de seda
levanta el aire su falda
y muestra idílica rosa
de dulce miel coronada.

La ciudad ruborizada
se escondía tras las ventanas
porque las meretrices del barrio
estaban fecundando el alba.


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