Cuando uno se enamora las cuadrillas
del tiempo hacen escala en el olvido.
La desdicha se llena de milagros,
el miedo se convierte en osadìa
y la muerte no sale de su cueva.
Enamorarse es un presagio gratis
una ventana abierta al àrbol nuevo,
una proeza de los sentimientos,
una bonanza casi insoportable
y un ejercicio contra el infortunio.
Por el contrario, desenamorarse,
es ver el cuerpo como es y no
como la otra mirada lo inventaba.
Es regresar màs pobre al viejo enigma
y dar con la tristeza en el espejo.
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