Escribo mis palabras en el polvo,
entre huellas, y brisas, y sonidos;
todo es efímero, las gentes pasan,
vuela fugaz el aire, y el crujido
de las hojas caídas se disipa,
sueño, silencio, muerte en el camino.
No tengo afán de eternidad; al paso,
con la premura del momento escribo.
Pensé esculpir imágenes en mármol,
y cincelar palabras en granito,
permaneciendo en la memoria de otros
cuando ya me haya ido.
Pero no tengo tiempo de pulirlas,
ni de parir un libro.
¿Para qué? Yacen tantos archivados
en las estanterías del olvido...
Sólo en el polvo escribiré mis versos,
sobre la marcha, sin perder el ritmo;
y seguiré, perenne vagabundo,
sin saber hacia dónde me dirijo.
entre huellas, y brisas, y sonidos;
todo es efímero, las gentes pasan,
vuela fugaz el aire, y el crujido
de las hojas caídas se disipa,
sueño, silencio, muerte en el camino.
No tengo afán de eternidad; al paso,
con la premura del momento escribo.
Pensé esculpir imágenes en mármol,
y cincelar palabras en granito,
permaneciendo en la memoria de otros
cuando ya me haya ido.
Pero no tengo tiempo de pulirlas,
ni de parir un libro.
¿Para qué? Yacen tantos archivados
en las estanterías del olvido...
Sólo en el polvo escribiré mis versos,
sobre la marcha, sin perder el ritmo;
y seguiré, perenne vagabundo,
sin saber hacia dónde me dirijo.
No me importa llegar, sólo me incumbe
este paso que doy, este suspiro
que se pierde en el aire, esta palabra
que pienso y hablo o pongo por escrito.
No a quien ayer amé, ni a quien mañana
me ofrezca su adhesión o su desvío;
no lo que ya escribí o lo que otros labios
me puedan haber dicho;
sólo lo que ahora escucho,
sólo lo que ahora digo.
Si el viento se llevara mis palabras,
estas palabras que al pasar salpico,
sin que nadie las lea,
nada importante nadie habrá perdido.
Si alguien me sigue, si me ve o me escucha,
si se inclina y observa lo que escribo,
percibirá mi verso,
y en su cadencia viviré yo mismo.
Si nadie lo leyere, ¿a quién le importa
si fue en polvo o papel, bronce o granito?.
Francisco Álvarez
este paso que doy, este suspiro
que se pierde en el aire, esta palabra
que pienso y hablo o pongo por escrito.
No a quien ayer amé, ni a quien mañana
me ofrezca su adhesión o su desvío;
no lo que ya escribí o lo que otros labios
me puedan haber dicho;
sólo lo que ahora escucho,
sólo lo que ahora digo.
Si el viento se llevara mis palabras,
estas palabras que al pasar salpico,
sin que nadie las lea,
nada importante nadie habrá perdido.
Si alguien me sigue, si me ve o me escucha,
si se inclina y observa lo que escribo,
percibirá mi verso,
y en su cadencia viviré yo mismo.
Si nadie lo leyere, ¿a quién le importa
si fue en polvo o papel, bronce o granito?.
Francisco Álvarez