Asfixia...
Desesperación...
Y después, la luz... tu luz...
La calma de tus olas, de tus cielos,
de tus vientos en mi tiempo,
en el minuto que corona mi mañana,
en la infatigable quietud de la tarde,
como beso en pleno rostro,
como suave canto de amor en mis oídos...
Te pienso y me siento volar...
y me elevo mientras veo el sol ocultarse a lo lejos,
justo en el vaivén de mi corazón,
el mismo que suspira por ti,
el que te busca incansablemente entre la bruma del mundo,
entre el abrazo de la vida,
entre el eco de un silencio cautivo pero dulce,
cuya voz me estremece,
me llena de ti y me besa el cuerpo,
vistiéndome el alma de tu presencia constante, tierna,
como tierna es la sombra de tus manos en mi regazo,
bailando como los dedos al piano en mi alma enamorada...
d/a
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