Qué manera de romperte las costillas.
De arrancarte de un zarpazo
los pulmones y las tripas
y obligarte a respirar rota y vacía.
Qué manera de llorar tiene la vida.
Son sus lágrimas el acero en la cuchilla,
que te va redondeando
como a una fruta podrida
¡arrancándote la piel, tira por tira!
Qué manera de gritar tiene la vida ¡Qué manera!
Te ensordece con su furia, con su ira.
Ella te tumba y te levantas
Ella para y tu caminas
Ella empuja y tu resistes con templanza y valentía.
Ella duele (duele toda) en cada herida.
Ella llora y se desborda y se hace ría.
Ella grita ¡ella grita!
y tus piernas temblorosas
se hacen costra en la rodilla
¿a qué esperas? ¿a quién buscas? ¿dónde miras?
Estas sola.
Estáis solas tú y tu vida.
Es esa soledad anárquica
que no entiende de políticas,
esa soledad del alma
que no acepta compañías.
Esa soledad que buscas
cuando llamas a una amiga,
ella,
esa soledad que escucha,
que siempre te acuna y te guía.
Ella,
que ha de caminar contigo
hasta el final de tus días.
Qué manera de enseñar tiene la vida ¡qué manera!
no hay maestra más hostil ni más arpía (qué la vida)
Qué manera de enseñarte
qué tu billete es de ida
aunque grites y te enfades
aunque llores y maldigas
aunque el pecho se te parta en dos mitades…
¡es solo de ida!
aprende, mira al frente, ve y ¡camina!!
¡Es la vida!
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