En ocasiones cuando existen desavenencias en las relaciones interpersonales, me da la sensación de sentirme ciego al dolor ajeno, al escuchar lo que los sentimientos heridos de otra persona intentan transmitirnos y que el yo individual no deja, que independientemente que yo piense en tener o no razón en las cuestiones que se tratan, hay que abrir el corazón y la mente y lograr desprenderse del individualismo, para asimilar y entender mejor lo que esta motivando el que otra persona sufra por nuestro comportamiento.
Tendemos a intentar juzgar a los demás, bajo el prisma de nuestras propias emociones, educación y forma intrínseca de ser, sin percatarnos a veces de la idiosincrasia que a cada ser le caracteriza y en consecuencia,, nos equivocamos y hacemos sufrir a los demás que no se siente respetado o valorado.
En ese momento en que personalmente me doy cuenta de estas cuestiones, tengo que aceptar el sufrimiento del que me hace participe y que por mi ceguera e individualismo, me lleva a la discusión y a intentar hacer valer mis razones, me paro a meditar e intentar entender, que si estoy haciendo sufrir, algo no esta funcionando bien dentro de mi y que independientemente de la edad que uno tenga y se diga que uno es como es y ya no se puede cambiar, llegué a la conclusión que si hay respeto y amor por los demás, hay muchas cosas de uno mismo que se puede cambiar.
Si uno tiene personas cercanas a las que ama, evidentemente desea su felicidad por que esta en juego nuestra propia felicidad, al no querer ver a las personas que ama triste o dolidas, es cuando reflexiono sobre mi forma de ser en lugar de excusarme en una discusión que inevitablemente lleva a las personas al dolor y la tristeza y abro los ojos del corazón, miro en lo mas profundo de mi y encuentro siempre la raíz de donde sale el comportamiento que aunque sin desearlo, esta hiriendo a los demás personas y es cuando desaparece mi ceguera…mirando con los ojos de mi alma...
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