Mis tigres dormidos, se despertaron...

Por  ti mujer de corazón dulce y cariño incuestionable.
Tu que convertiste mis días meses y años de gris existencia en un sol radiante donde no hay lugar a la amargura.

Tu que hiciste que mi cariño por ti me hicieran sentir la necesidad de aplacar la lujuria de mis tigres y que dominaran los deseos que desde mi cuerpo de hombre adivinaran de lejos tu condición de mujer.

A mi condición de macho salvaje sediento siempre de desoí, te impusiste con tu ternura y cariño y aplacaste esos deseos, por que me hiciste adivinar que hay un amor y un cariño que superan las barreras de los sexos, esa barrera que mis tigres salvajes nunca supieron superar y me impedían la amistad con una mujer.

Ha sido una ardua tarea mantener a mis tigres dormidos, pero ya adivinaba que la recompensa de tu cariño merecía la pena.

El amor es sublime, cuando dos enamorados completan en universos en los que se elevan su unión física, pero son universos resbaladizos donde muchas ilusiones se rompen, en mi cariño por ti comprendí que mis tigres siempre los mantendría dormidos.

La coraza que envolvía mi cuerpo para protegerlo, no ha caído, pero tú fuiste capaz de convertir cada trozo de fibra, permeable al sentimiento y te colaste en mí por cada centímetro de mi alma, eliminaste de nuevo con tu cariño y ternura esta alma triste y desengañada de la vida.

Por eso, tu, mi amiga y hermana la  que nunca tuve, te convertiste en lo mas preciado de mi vida y ante ti, mantendré siempre, mis tigres dormidos…

Gracias a la vida por encontrarte...Te quiero mucho corazón.

Esta carta se la escribí a Conchis en esa fecha, aunque permitió que dejara los tigres sueltos para que me la comiera a besos y se ha convertido en la mujer de mi vida.

Ángel Reyes
 11/04/2007

Ángel Reyes Burgos

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