Dos sonetos de Góngora.

A este que admiramos en luciente, 
Émulo del diamante, limpio acero, 
Igual nos le dio España caballero 
Que de la guerra Flandes rayo ardiente.

Laurel ceñido, pues, debidamente, 
Las coyundas le fían del severo 
Suave yugo, que al lombardo fiero 
Le impidió sí, no le oprimió la frente.

¿Qué mucho si frustró su lanza arneses, 
Si fulminó escuadrones ya su espada, 
Si conculcó estandartes su caballo?

Del Cambresí lo digan los franceses: 
Mas no lo digan, no, que en trompa alada 
Musa aun no sabrá heroica celebrallo.
Al sol peinaba Clori sus cabellos 
Con peine de marfil, con mano bella; 
Mas no se parecía el peine en ella 
Como se obscurecía el sol en ellos.

Cogió sus lazos de oro, y al cogellos, 
Segunda mayor luz descubrió aquella 
Delante quien el Sol es una estrella 
Y esfera España de sus rayos bellos.

Divinos ojos, que en su dulce Oriente 
Dan luz al mundo, quitan luz al cielo, 
Y espera idolatrallos Occidente.

Esto Amor solicita con su vuelo, 
Que en tanto mar será un arpón luciente 
De la Cerda inmortal mortal anzuelo.



















Luis de Góngora, su obra. Las Soledades causaron un gran escándalo por su atrevimiento estético y su oscuridad hiperculta, y a veces tras este debate es el disgusto ante la temática homosexual. Las atacaron Francisco de Quevedo, Lope de Vega, el conde de Salinas y Juan de Jáuregui...Para saber más pulse aquí.

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