Sonetos de Gabriel y Galán y Garcilaso

 A Teresa de Jesús.

Mujer de inteligencia peregrina 
y corazón sublime de cristiana, 
fue más divina cuanto más humana 
y más humana cuanto más divina.

Hasta el impío ante tu fe se inclina 
y adora la grandeza soberana 
de la egregia doctora castellana, 
de la santa mujer y la heroína.

¡Oh mujer! Te dará la humana historia 
la gloria que por sabia merecieres; 
mas con el mundo acabará esa gloria,

que por ser terrenal no es sempiterna. 
¡Tú, Teresa de Ahumada, al cabo mueres! 
¡Teresa de Jesús, tú eres eterna!

José María Gabriel y Galán
Soneto IV

Un rato se levanta mi esperanza: 
mas, cansada de haberse levantado, 
torna a caer, que deja, mal mi grado, 
libre el lugar a la desconfianza.

¿Quién sufrirá tan áspera mudanza 
del bien al mal? ¡Oh corazón cansado! 
Esfuerza en la miseria de tu estado; 
que tras fortuna suele haber bonanza.

Yo mesmo emprenderé a fuerza de brazos 
romper un monte, que otro no rompiera, 
de mil inconvenientes muy espeso.

Muerte, prisión no pueden, ni embarazos, 
quitarme de ir a veros, como quiera, 
desnudo espíritu o hombre en carne y hueso.

Garcilaso de la Vega























José María Gabriel y Galán (Frades de la Sierra, Salamanca, 28 de junio de 1870-Guijo de Granadilla, Cáceres, 6 de enero de 1905) fue un poeta español en castellano y asturleonés (en la variedad altoextremeña).

Garci Lasso de la Vega (Toledo, entre 1498 quizá algunos años antes a partir de 1491 y 1503 Niza, Ducado de Saboya, 14 de octubre de 1536), más conocido como Garcilaso de la Vega, fue un poeta y militar español del Siglo de Oro.

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