En la penumbra se destaca el lecho
donde la luz solar la sorprendía,
apoyada la sien sobre mi pecho
y dormida su mano entre la mía.
Brillan las trenzas largas y castañas...
Vela sus formas el ropaje blanco...
Duermen los ojos bajo sus pestañas,
y descansa su mano sobre el flanco...
Duerme y sueña conmigo... No está, muerta.
Ya la alondra cantó.Mi amor, despierta.
Alza tu frente sobre la almohada.
Ahoga el silencio el ansia de mi ruego.
Y palpo entre las sombras, como un ciego
que abre los ojos y no mira nada.
Visión que cruzas por mis sueños, dime:
¿qué profundas tristezas te devoran?
¿Por qué tus ojos, si me miran, lloran?
¿Por qué tu labio, si me nombra, gime?
Sólo tus manos pálidas e inciertas
las antiguas ternuras conservaron,
y, cual vivas, ayer, me acariciaron,
vienen ahora a acariciarme muertas.
Descorren las cortinas de mi lecho;
penetran, sin dolor, hasta mi pecho,
a acariciar mi corazón herido...
Su caricia es tan tímida y suave,
cual si viniesen a curar un ave
que herida llega a desangrarse al nido.
Francisco Villaespesa, Hacia 1898 se imprimió su primer libro de poemas, Intimidades y conocería a su futura esposa, Elisa González Columbio (fallecida en 1903), quien le inspiraría algunos de sus libros más queridos, como Tristitiae rerum...Para saber más pulse aquí.
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