Antes al cielo faltarán estrellas,
al mar peligros, pájaros al viento,
al sol su resplandor y movimiento,
y al fuego abrasador vivas centellas;
antes al campo producciones bellas,
al monte horror, al llano esparcimiento,
torpes envidias al merecimiento,
y al no admitido amor tristes querellas;
antes sus flores a la primavera,
ardores inclementes al estío,
al otoño abundancia lisonjera,
y al aterido invierno hielo y frío,
que ceda un punto de su fe primera,
cuanto menos que falte el amor mío.
¿Qué es esto, amante corazón rendido?
¿De qué te sirve tan dichoso estado,
si tus penas parece se han doblado
de que empezaste a ser favorecido?
La imagen horrorosa del olvido
turba mi gloria y crece mi cuidado,
y aun al alma, confieso, ha penetrado,
no celos, un recelo mal nacido.
¡Ay, Lisi mía, en qué mortal quebranto
despedazado el corazón me siento,
de un temor a la rústica violencia!
Y si sólo un temor me aflige tanto,
cuánto será bien mío mi tormento,
si a ser este temor llega evidencia.
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