Venid aves taciturnas
hacia mi lecho dorado
que en venas tan diminutas
mi verso se ha derramado.
Que os brindo en bandeja
lo que brota de garganta,
mis dedos tocando arpegios
en corazón de guitarra.
por los negros agujeros
de mis ojos que se saltan
como palomas heridas
beben el néctar de mi alma.
Girasoles amarillos
en mi carne desvelada,
redondos son como soles
y se hace noche sonámbula
con armadura de plata.
Y mientras yo melancólica
busco flores en el alba
los helechos de mi frente
custodian a la palabra.
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