Filis, ingrata Filis,
tu paloma te enseña;
ejemplo en ella toma
de amor y de inocencia.
Mira cómo a tu gusto
responde, cómo deja
gozosa, si la llamas,
por ti sus compañeras.
¿Tu seno y tus halagos
olvida, aunque severa
la arrojes de la falda,
negándote a sus quejas?
No, Fili; que aun entonces,
si intento detenerla,
mi mano fiel esquiva
y a ti amorosa vuela.
¡Con cuánto suave arrullo
te ablanda! ¡Cómo emplea
solícita sus ruegos,
y en giros mil te cerca!
Ah crédula avecilla!
En vano, en vano anhelas;
que son para tu dueño
agravio las finezas.
Pues ¿qué cuando en la palma
el trigo le presentas,
y al punto de picarlo,
burlándote la cierras?
¡Cuán poco del engaño,
incauta, se recela,
y pica, aunque vacía,
la mano que le muestras!
¡Qué fácil se entretiene!
Un beso le consuela;
siempre festiva arrulla,
siempre amorosa juega.
Su ejemplo, Filis, toma,
pero conmigo empieza,
y repitamos juntos
lo que a su lado aprendas.
Era de familia hidalga; su padre era Juan Antonio Meléndez Valdés y su madre María de los Ángeles Díaz Cacho, y tuvo numerosos hermanos; tras su nacimiento la familia se instaló en Almendralejo y a los siete años de edad se quedó huérfano de madre. En 1767 viajó a la corte para estudiar latín y filosofía bajo la tutela de su hermano mayor Esteban en el Colegio de Santo Tomás, y más tarde ingresó en los Reales Estudios de San Isidro, donde aprendió filosofía moral y griego. Finalmente empezó Leyes en la Universidad de Salamanca en 1772 al par que escribe sus primeros poemas y frecuenta las tertulias poéticas, en especial la de fray Juan Fernández de Rojas, más conocido por Liseno, y la de José Cadalso en 1773, quien le introdujo en la cultura francesa; en 1774 murió su padre y su carácter se volvió definitivamente melancólico. En 1775 obtuvo el grado de Bachiller en Derecho y en 1777 muere también su hermano Esteban. Se ocupa provisionalmente de la cátedra de lengua griega y conoce a Jovellanos. Para saber más pulse aquí.
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