No voy a decir que es tu culpa o mía,
que caiga en eso ahora es una tontería
y ya de tonterías hemos tenido bastante.
Tampoco me parece aceptable que huya
al hecho de que alguien hoy me sustituya
y otra mujer en mis brazos te suplante.
Alguna vez nos creímos imprescindibles,
cosas serias las convertimos en risibles
y el mapa de nuestro amor fue cambiando.
Los caminos que a amarnos nos conducían,
vientos soplando que de guías nos servían,
cosas que estaban y ya no seguían estando.
Un mapa dibujado empezó a desdibujarse,
amores que se topaban dejaron de toparse
y sueños unidos no volvieron a estar juntos.
Hacer el amor dejó de parecernos la gloria
y nos preguntábamos al leer nuestra historia
si acaso sería el final alguno de sus puntos.
Nos fuimos acostumbrando a las ausencias,
ya no se mezclaban como antes las esencias
ni siquiera para ver ambos cómo anochecía,
en medio de nuestros apuros, nuestras prisas,
al alejarnos supimos que en nuestras sonrisas
alguna lágrima en nuestras almas se escondía.
El tiempo fue pasando, el cielo azul ya era gris,
el panorama celeste cambió rápido, en un “tris”
lo que para hacerlo azul tanto amor nos costó.
El amor era el plato principal de nuestro menú,
pero ya de ese mismo amor no me hablabas tú
y entre mis conversaciones nunca lo incluía yo.
Simplemente dejó de ser lo que parecía que era,
se acabó para nosotros de pronto la primavera
y nos llegó de la nada el más frío invierno...
Dejó de ser el sueño, la esperanza, el anhelo
y los que tan abrazados se fabricaron su cielo,
ahora están viviendo su soledad en el infierno.
No te culpo, no me culpes, cosas que pasan,
situaciones que se nos dan y que nos arrasan
y cuando nos damos cuenta ya sucedieron...
Hubo sentimientos que entre nosotros cabían,
que nos dimos cuenta ambos de que nacían...
pero no supimos ver cuándo murieron.
Poema original de Álvaro Márquez
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