Internet: un mundo de oportunidades para la Historia Enviado el jueves, 17 de mayo de 2007 12:17
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Hoy se celebra el Día de Internet. Con él nos felicitamos de lo mucho que nos ha cambiado la vida esta maravillosa revolución, y lo usamos como excusa para convencer al que no se haya apuntado aún a este tren a que se suba y que disfrute de las ventajas que ofrece. Uno de esos escépticos más tozudos es, precisamente, nuestra bendita disciplina: la Historia.Después de más de una década de despliegue de Internet me entristece comprobar que ni la Historia profesional ni los historiadores estamos sacando todo el jugo que deberíamos a la Red. Hacemos un uso bastante superficial de ella, y hemos volcamos algunos contenidos valiosos, pero en lo que en innovación se refiere estamos por detrás de muchas otras disciplinas. Igual que en la vida real.Y sin embargo nuestro futuro está ahí. Las posibilidades que Internet ofrece a la Historia son enormes, y no es tarde ni mucho menos para aprovecharse de ellas. Voy a permitirme apuntar unas cuantas.
Contenidos
La aplicación más obvia. Los historiadores llevamos siglos generando información valiosa; no en vano somos los “científicos” del laboratorio de la experiencia humana. Internet nos ofrece otro canal para divulgar nuestra información, y rápidamente nos hemos puesto a usarlo.
Desgraciadamente el medio digital no es igual al “medio papel” (en este vídeo se explica bastante bien), y el vuelco de contenidos se ha hecho siguiendo la lógica de los medios tradicionales (libros, artículos). Internet en cambio ofrece otras posibilidades: blogs, foros, wikis, open access, vídeos, podcasts, audiolibros, webs personales, museos digitales, etc. Estas posibilidades no se usan “oficialmente” por la comunidad de historiadores porque se las considera de segunda división (es decir, que no cuentan en la carrera académica a efectos de empleo y financiación de proyectos), y quizás porque es conocimiento “en proceso”, frente al aspecto “terminado” de libros y artículos (aunque estos también se quedan obsoletos). Seguramente pese también la mayor vida de la documentación en papel (a priori, siglos) frente a los inestables bits, y que el avance tecnológico haga ilegible información al desaparecer los interfaces para leerla (como sucede hoy con las tarjetas perforadas).
Estos medios, en cambio, cuentan con 2 grandes ventajas: flexibilidad y universalidad. Frente a artículos y libros que tardan años en publicarse, y que luego son imposibles de actualizar, los textos digitales tienen publicación inmediata y posibilidad de enmendarse. Además son medios abiertos, que permiten ser leídos a priori por toda la humanidad, por lo que podemos beneficiarnos de las aportaciones enriquecedoras de otras personas.
Seguramente un modelo híbrido papel+digital es la solución para tener lo mejor de los 2 mundos, pero todavía queda mucho para que los historiadores generemos contenidos adaptados a los medios de la Red, en vez de volcar lo que ya está hecho para formatos analógicos. Tampoco hace falta un prodigio de imaginación; basta con adaptar a nuestro mundo modelos ya aplicados: una Wikipedia (o Citizendium) de Historia de España, un blog sobre como un doctorando avanza en una tesis doctoral, un podcast sobre curiosidades de la Historia, un “Youtube” con reportajes sobre temas de Historia o repositorio de vídeos caseros de acontecimientos históricos (por ejemplo, las próximas elecciones autonómicas y municipales), una web+blog donde los historiadores divulguen su obra y entren en contacto con el mundo, un Menéame con interpretaciones sobre temas históricos…
Comunicación
Muy pocos temas históricos tienen una audiencia masiva, pero muchas audiencias minúsculas es lo que hace grande nuestra profesión (y lo que está haciendo grande a muchos negocios). Internet es el medio ideal para llegar a esas audiencias: barato, ágil y universal. Vídeos, teleconferencias, podcasts, tele en directo, radios digitales, presentaciones de diapositivas. Pero también hacer tertulias digitales, vía chat o (aún mejor), vía voz sobre IP.
Un correo electrónico, un enlace a la cuenta de Skype o a una web personal, estratégicamente colocado al lado de estos medios de comunicación, garantizarían al historiador que su público se comunicase directamente con él. Y tan satisfactorio como investigar y escribir es recibir las opiniones del público. Es más, estos medios digitales nos permiten a muchos, simplemente, tener público.
Comunidades
Revolución pendiente uno. La comunidad de historiadores sigue siendo analógica, y fácilmente controlable por la casta dirigente. Internet en cambio permite crear redes sociales con facilidad, en la que el prestigio no se obtiene por ser director de un departamento o por rendir pleitesía al catedrático de turno, sino por la calidad de lo que uno ofrece en Internet y por lo que da desinteresadamente a la comunidad. Los jóvenes lo han entendido, y hay numerosas redes sociales para hacer amigos. Los mayores aún no nos hemos dado cuenta del poder que tiene este medio.
La comunidad de historiadores hispana de mayor éxito es Historia a Debate, pero su interfaz es demasiado rígido. Tienen que haber otras comunidades más anárquicas, en la que cada uno pueda colgar contenidos con más espontaneidad y en la que se pueda ganar una credibilidad ante el colectivo. Y si aún así no se está contento en esa comunidad siempre queda la posibilidad de crear una comunidad nueva donde hacer las cosas de otra manera. Imagínense un MySpace de Historia Antigua, en el que cada historiador cuelge sus trabajos, sus vídeos, sus interpretaciones alternativas. O un Neurona con historiales profesionales públicos para que busquemos historiadores con los que queramos relacionarnos. Además, siempre podemos hablar en un chat de historiadores y hacer una quedada para conocernos, confraternizar, y planear cosas juntos.
Empresas
Revolución pendiente dos. Aparte del empleo público los historiadores tenemos capacidades y habilidades útiles para el mundo empresarial. Podemos vendernos para trabajar por cuenta ajena (¿un Infojobs de historiadores con currículums adaptados al mundo de la empresa?), pero, mejor aún, Internet nos da los medios para crear empresas por poco dinero y con alcance universal.
Una simple página web, un blog, y un teléfono móvil pueden bastar para ofrecer nuestros servicios al mundo. Así comenzó Histania Consultores Culturales en 2003, y desde entonces no hemos dejado de crecer, ofreciendo aquello que los historiadores sabemos hacer muy bien: buscar y gestionar información, comunicar con efectividad, formar y educar, generar productos de entretenimiento inteligente, buscar elementos de diseño.
Evidentemente le toca al historiador añadir una capacidad más a su larga lista, la de ser empresario. Pero afortunadamente con muy pocos activos fijos, y con un punto de equilibrio realmente bajo, la aventura de crear Historiadores SA nunca ha estado tan al alcance de nuestras manos.
En definitiva, Internet es una bendición para nuestra profesión. Yo estoy luchando por sacar todos los beneficios que pueda de ella. Y hay campo de sobra para todos. Aprovechadlo.
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