"Descalza, enfundada en mi piel como único calzado, me dejé llevar casi empujada por el viento en ese paseo hacía ninguna parte -ninguna- porque no importaba el destino de mis pasos, solo las huellas aparentemente anónimas tenían nombre propio, quizás porque no eran las huellas de mis pies las que estaban impregnando aquella playa, sino las de un corazón, dibujado lentamente con el pincel de mis dedos"
Un corazón dibujado en la arena es un símbolo de amor. Ninguna ola puede borrar el sentimiento de su creador. Dibujamos palabras, pensamientos, sueños, momentos, miradas, sonrisas y parte de nuestro paisaje interior puede quedar difuminado en la representación que hacemos de aquello que deseamos expresar.
Nuestra obra no necesita firma, ni protección contra el plagio, al que en tantas ocasiones están sometidas nuestras vidas, no se si por personas sin escrúpulos que intentan hacer suyo aquello que no les pertenece o tal vez por personas que identificadas con otra vida, deciden modelarla hasta confundirse en ella y en su conexión con quizás otro de sus yo, se olvidan de poner la autoría.
Manos que se dejan tocar por un corazón, corazones modelados por otras manos, se confunden en un mismo mundo, donde las diferencias quedan desdibujadas por las semejanzas, por eso hoy te invito a que te seas tú quien te compartas, quien te muestres, quien escribas las palabras, quien dibujes un corazón con tus propias manos, porque seguramente, no importa quien dibuje el corazón, en su interior cabemos todos.
Brisa
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