Ardía el sol de mi Castilla
en el dormir del ocaso
y el caminito de polvo
los dos le fuimos andando.
Llegamos bajo los pinos
y el verde del verde campo
las amapolas nos sonreían
la margaritas nos guiñaron.
Nos sentamos bajo el pino
y el verde del verde campo
y mirándose nuestros ojos
de amor sin querer se hablaron.
Bajaste hasta mi boca
y me rozaste los labios
mientras mi lengua dibuja
en ti un dulce beso callado.
Nuestros brazos se hicieron ramas
que morían en un abrazo
y el deseo se hizo fuego
en el morir del ocaso.
Bajo las ramas del pino
y el verde del verde campo
cayo mi vestido al suelo
y los dos nos amamos.
Subimos a la cima
de esos pinos tan altos
entre besos y gemidos
en el verde , verde campo
quedándonos como niños
mientras el sol de mi castilla
se dormía en el ocaso.
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