¡Qué sea!
Si ha de ser, que sea
que sea tu boca en mi beso,
que sea tu labio en mi verbo,
que sea tu cuerpo en mi cuerpo.
¡Que sea!
Que sea tu voz mi destierro,
un campo de fuegos y minas,
batallas de cuerpos erguidos
lamiendo la noche en urgente desvelo.
Que sea tu ombligo mi puerto,
tu piel, ese mar que yo ansío.
Que sean tu sexo y mi sexo
volcanes de lava mordiendo el abismo.
Que se estremezcan los mares,
¡las raíces de la tierra!
La muerte viva del aire
sobre el cáliz de tu esperma.
Que se crucifique el alba
entre el sabor de mis piernas
y tu hombría se resguarde
a la sombra de mis venas.
¡Que sea!
Que sea tu muerte en mi pecho
tan viva y tan extensa
que nos sorprenda mordiéndonos
en cada muerte pequeña.
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