He pasado seis meses sin ir a ver a Pedro, prefería esperar a ver como evolucionaba, no era mi intención verlo, solo hablar con su psicólogo que me dijera como estaba.
Me vine con muy buena impresión, le habían rebajado cada semana la metadona y de ochenta con lo que empezó el tratamiento ya solo tomaba cuarenta y sin signos de ansiedad o dolores físicos, se sentía muy animado, participaba en todas las salida y talleres del centro y si sigue así en seis meses más estaría sin metadona, pues se la iban a seguir rebajando de acuerdo con sus propios deseos...
En una ocasión que hable con el, le advertí que la metadona es una droga mas pura y fuerte que la heroína que venden en la calle y la única forma de dejarla es rebajándola poco a poco y potenciar su autoestima realizando trabajos que le ocupen y le haga sentirse útil como persona, así superará la depresión que tiene y dejara de sentir que es un miserable.
Esa conversación me había alegrado el día, parecía como si una gran losa que me estaba aplastando de pronto apenas pesara y me dejaba liberado, iba hacia el restaurante la dorada que había quedado con un cliente para comer y no dejaba de silbar canciones en el coche. Busqué antes de llegar el libro,
Autoayuda, combatir adicción a las drogas de la referencia que me dio Enrique el psicólogo.
Me impactó una de las imágenes que traía de una mujer joven antes y después de consumir drogas...
Me hubiera gustado encontrar alguna foto de este tipo de cuando consumían droga y después ya recuperados, pero no encontré nada en librerías ni en Internet, pensaba que así podía verse en un futuro inmediato cuando estuviera totalmente recuperado...para que le sirviera de aliciente.
La comida transcurrió bien y fue exitosa como terminó al llegar a la oficina con el cliente y aceptar el presupuesto de unas viviendas que quería encargarme, el día no podía ser mas completo.
Ahora que estoy escribiendo este capitulo, me siento feliz y relajado por que no tengo pesadillas que contarles, o aunque si las tengo, no quiero hoy hurgar en mi memoria para terminar el día con el alma tranquila, aunque todos sabemos sobre esos días que nacen con un sol radiante y lleno de promesas y cualquier eventualidad lo termina nublado y con truenos...yo prefiero hoy cruzar los dedos y quedarme con lo bueno que el día me ha deparado...
En la noche antes de dormir repasé algunas notas que tenia para el libro y di con una anécdota de un día de reyes cuando teníamos ocho años y nos vistieron de rey mago para ir a llevarle juguetes y caramelos a los niños del hospicio de San Luis, otro internado que estaba en el centro de Sevilla donde había también un colegio de sordomudos. Tiene una iglesia que es una obra de arte...
En algunas ocasiones que estoy cerca, me gusta entrar y sentarme en un banco a contemplarla y escuchar música de órgano que ponen como fondo y me relaja mucho. En una ocasión que me encargaron un proyecto de rehabilitación de toda la calle, inserté entre las fachadas la fachada de esa iglesia dibujada a plumilla con todos sus detalles, mi madre la conservó toda su vida.
Pues el camino hacia San Luis que lo hicimos andando, fue un verdadero martirio, la barba me picaba más que la que me pusieron en el nacimiento como san José, pero ademas como iba de rey negro, el betún con que me pintaron la cara, me chorreaba por la cara del sudor cuando nos hicieron correr hacia el colegio por que llegábamos tarde, mis dedos estaban negro y mi cara al llegar parecía que había pasado un arado, la tenia llena de surcos blancos. Pero fue algo memorable cuando entramos en el colegio de sordomudos, ver la cara de felicidad de esos niños prácticamente de nuestra edad y hablándonos por señas con las manos que no conseguíamos entender, pero con sus sonrisas entendimos lo suficiente...
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