La dulce boca que a gustar convida, sonetos Gongora.

Ya besando unas manos cristalinas,
ya anudándome a un blanco y liso cuello,
ya esparciendo por él aquel cabello
que Amor sacó entre el oro de sus minas,

ya quebrando en aquellas perlas finas
palabras dulces mil sin merecerlo,
ya cogiendo de cada labio bello
purpúreas rosas sin temor de espinas,

estaba, oh claro Sol envidioso,
cuando tu luz, hiriéndome los ojos,
mató mi gloria, y acabó mi suerte.

Si el cielo ya no es menos poderoso,
por que no den los tuyos más enojos,
rayos, como a tu hijo, te den muerte.
La dulce boca que a gustar convida
un humor entre perlas destilado,
y a no invidiar aquel licor sagrado
que a Júpiter ministra el garzón de Ida,

amantes, no toquéis, si queréis vida,
porque entre un labio y otro colorado
Amor está, de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.

No os engañen las rosas, que a la Aurora
diréis que, aljofaradas y olorosas,
se le cayeron del purpúreo seno:

manzanas son de Tántalo, y no rosas,
que después huyen del que incitan ahora,
y solo del Amor queda el veneno.



















Se suele agrupar su poesía en dos bloques, poemas menores y mayores, correspondientes más o menos a dos etapas poéticas sucesivas. En su juventud, Góngora compuso numerosos romances, de inspiración literaria, como el de Angélica y Medoro, de cautivos, de tema pícaro o de tono más personal y lírico, algunos de ellos de carácter autobiográfico...Para saber más, pulse aquí.

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