Preso en los laberintos.

Tras arder siempre, nunca consumirme,
y tras siempre llorar, nunca acosarme,
tras tanto caminar, nunca cansarme,
y tras siempre vivir, jamás morirme.

Después de tanto mal, no arrepentirme,
tras tanto engaño, no desengañarme,
después de tantas penas, no alegrarme,
y tras tanto dolor, nunca reírme.

En tantos laberintos, no perderme,
ni haber tras tanto olvido recordado,
¿qué fin alegre puede prometerme?

Antes muerto estaré que escarmentado,
ya no pienso tratar de defenderme,
sino de ser de veras desdichado.

Francisco de Quevedo

En 1639, con motivo de un memorial aparecido bajo la servilleta del Rey Sacra, católica, real Majestad..., donde se denuncia la política del Conde-Duque, se le detuvo, se confiscan sus libros y, sin apenas vestirse, es llevado al frío Convento de San Marcos en León hasta la caída del valido y su retirada a Loeches en 1643...Para saber más pulse aquí.

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