Hija, gota de rocío, flor de loto,
ranita juguetona y cantarina,
ruiseñor que despertaba la mañana
en el plácido estanque de la vida.
Hija, frágil capullo primigenio
que brotaste en el rosal de la ternura
y te abriste al abrigo de mi pecho
e iluminaste el jardín con tu hermosura.
Hija de la luna y los planetas,
mujer de belleza turbadora
con la fuerza del mar entre tus venas,
con la luz de la aurora en tus pupilas.
Tienes el cósmico hechizo de las diosas,
el empuje ancestral de las mareas,
el fuego redentor de Prometeo
y la furia de Eolo en tu melena.
Que la montura no encorve tus espaldas
que el miedo no te emboque con sus bridas
que la vida te sirva de pradera
y que el cielo ilumine tu andadura.
Hija de un amor tan inmenso como el tiempo
que ese amor reverdezca en tu cintura.
Jose Luis Posa (Poesía necesaria)
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