Muy temprano en la mañana, fue a la choza de Eva, le llevaba una infusión para fortalecer el decaído ánimo de su joven amiga y futura madre, pasaba por malos momentos desde que su hija desapareciera y su marido se fuera a buscarla al monte con tres aldeanos más.
Llamó a la puerta de la choza y nadie le contestó, la empujo y estaba abierta, lo que vio la perseguiría toda su vida…su amiga abierta como un cerdo, no tenia cabeza y sus pequeños habían desaparecido, se acercó tambaleante hasta el cadáver y se arrodilló tomándole una mano, pero mi niña, ¿Qué te han hecho?, sus ojos se anegaron en lagrimas, un sollozo entrecortado era la música que acompañaba a la muerte…
Salió de la choza como si ya el tiempo no existiera, fue hasta el centro de la aldea donde colgaba la campana y la hizo sonar de forma insistente, incluso con todos los aldeanos cerca, ella seguía tocando ajena a lo que le rodeaba, su sobrina la abrazó por detrás quitándole la soga de la campana, ¿pero tía, que pasa? Señaló a la choza de Eva, está muerta, la han rajado como si fuera un animal…se levantaron murmullos y algunos gritos de miedo, iban a dirigirse a la choza cuando Lucrecia le pidió que no fueran, quedaros con la belleza de su vida, no la fealdad de su muerte…
Manuel el herrero alzo la voz, yo vi a Javier ayer discutiendo con Eva, ella lo agarraba, no le dí importancia por que se volvió a marchar a la sierra, pero me quedé pensando en que no habíamos visto por aquí a los tres que le acompañaron a buscar a su hija y no tenemos noticias de su hija ni de los hombres…en esa partida estaba el primo de Eva que se decía también era su amante, su marido los pilló en la cama…
El comentario, cayó como una semilla en tierra abonada y creció en forma de sospecha como una espada de Damocles que se cernía sobre la cabeza de Javier, los murmullos arreciaron y pronto empezaron a sacar conclusiones…
-Javier se ha vuelto loco con la desaparición de su hija y mató a sus compañeros…
-Si ha tenido que ser así y ahora ha vuelto a matar a su mujer y de nuevo se marchó.
-Pobre Javier, los celos lo han hecho perder el juicio…
Era una aldea tranquila, quizás demasiado tranquila para la condición humana y tenían servido con esas conjeturas la semilla de una venganza contra un hombre que todos conocían por su bondad. Intentaron ponerse de acuerdo para hacer un grupo de búsqueda para darle caza, no prosperó porque en realidad no se sentían amenazados.
Decidieron reforzar las puertas con troncos de maderas y quedarse dos hombre vigilando la aldea por la noche, enterraron a última hora de la tarde a Eva, el dolor en sus rostros era sincero y las lágrimas brotaron espontáneas.
La noche llegó irremediable como llega la muerte, sin belleza, en ese lugar perdido entre montañas, donde solo el sol le confiere la humanidad necesaria para sobrevivir.
Se encaminaron a sus chozas para descansar, pero hay un espectador que no descansa…Este es el capitulo 8 de mi novela Venganza salvaje que pueden leer aquí.
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