por la dignidad glacial de la muerte;
los invulnerables ya para los hados,
una y misma cosa ya con el Dios fuerte.
Bienaventurados
Bienaventurados los que destruyeron
el muro ilusorio de espacio y guarismos;
los que a lo absoluto ya por fin volvieron;
los que ya midieron todos los abismos.
Bienaventurada, dulce muerta mía,
a quien he rezado como letanía
de fe, poesía y amor,
estas páginas... que nunca leerás.
Por quien he vertido, de noche y de día,
todas estas lágrimas... que no secarás.
Por quien he vertido, de noche y de día, todas estas lágrimas... que no secarás. El sonoro nombre de Amado Nervo, frecuentemente tomado por seudónimo, era en realidad el que le habían dado al nacer, tras la decisión de su padre de simplificar su verdadero apellido, Ruiz de Nervo. Él mismo bromeó alguna vez sobre la influencia en su éxito de un nombre tan adecuado a un poeta....
No hay comentarios:
Publicar un comentario