La hora
Cada minuto de este oro
¿no es toda la eternidad?
El aire puro lo mece
sin prisa, como si ya
fuera todo el oro que
tuviera que acompasar.
Ramas últimas, divinas,
inmateriales, en paz;
ondas del mar infinito
de una tarde sin pasar.
Cada minuto de este oro
¿no es un latido inmortal
de mi corazón radiante
por toda la eternidad?
La espada
Qué confiada duermes
ante mi vela, ausente
de mi alma, en tu débil
hermosura, y presente
a mi cuerpo sin redes,
que el instinto revuelve.
Te entregas cual la muerte....
Tierna azucena eres,
a tu campo celeste
trasplantada y alegre
por el sueño solemne,
que te hace aquí, imponente,
tendida espada fuerte.
Juan Ramón Jiménez, poeta español, ganador del Premio Nobel de Literatura. Para saber más pulse aquí.
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