Cuando la luz de la luna
se suicida en los barrancos
y el canto de la zumaya
se despeña por el llano,
viene mi Antonio María
por la senda, larga y fría.
Viene contento y cantando
y en el pecho la alegría.
¡Amor de mis soledades
la sangre me va gritando
y en el telar de mis ojos
el quemazón por mirarlo!
¿Qué tiene mi Antonio María,
que aunque la noche sea agravios
y sus pies en peña andando,
no le pesa el duro camino,
sólo pa´ besarme los labios?
Clotilde Roman
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