Este año no os voy a pedir que me traigáis nada, vivo en una sociedad que sobra de todo, de todo lo que realmente no es necesario. Sé que ya os han pedido paz, salud, felicidad, incluso dinero, también sé que no habrá para todos y que la mayoría tendremos que esperar al próximo año a ver si hay más suerte, por eso hoy os voy a pedir que arranquéis de mi corazón el egoísmo, la rabia, la envidia, el rencor y el conformismo.
Quiero hacer sitio en mi alma para la ternura, la comprensión, la piedad y el amor, que no se vean arrinconadas por los fantasmas de miedo, la avaricia, y la envidia.
Llevaos también la pandemia, la ansiedad, la angustia, la desidia y sobre todo la guerra para que la luz, la fuerza y la coherencia hagan nido en mi pecho. Devolvedme la inocencia, la pureza, la compasión que un día perdí por los avatares de la vida.
No quiero pediros nada que pueda comprase, no quiero regalos, solo os pido la fuerza para recuperar lo perdido, y la sabiduría para conservar lo de valor que aún conservo.
Hago extensivo este ruego para todos los habitantes del planeta, que este año vuestros camellos vuelvan a Oriente cargados con todas nuestras miserias y con todos los políticos corruptos y miserables y allí los queméis en una hoguera gigantesca en ofrenda a esos dioses oscuros que a veces anidan en nuestros corazones y que nos impiden ver la luz, ojala el año que viene, vuestro viaje de vuelta sea mucho más liviano.
Esta noche dejaré abiertas de par en par las ventanas de mi esperanza y en el alfeizar, los zapatitos de mi infancia llenos de chuches para vuestros camellos. ¡Que Dios os bendiga!.
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