De mis conversaciones con el año
guardo aquello que quiere la memoria,
risas, placer, dolor y algún engaño
cincelando los muros de una historia.
Mordido por un tiempo ya sin gloria,
qué zafia y vieja observo su figura,
qué lejos queda toda grata euforia
y qué cerca el final de su aventura.
En una improvisada sepultura,
guardo días de sol, de lluvia y viento;
guardo las armas, guardo la armadura
de un año para todos turbulento.
Hay un delfín que viene a la carrera
con más interrogantes a la espera.
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