de la tarde, las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas...
¿Adónde el camino irá?
yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
la tarde cayendo está.
En el corazón tenía
la espina de una pasión,
logré arrancármela un día,
ya no siento el corazón.
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece,
y el camino que serpea
y débilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir...
aguda espina dorada,
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada.
2 comentarios:
Hermoso poema sin dudas, una espina dorada que que no molesta, una espina tan ansiada.
Cosas del amor, bonita publicación.
Abrazos para vos!
Cistina, tan hermoso y tan bien escrito este poema que a veces me dan ganas de destrozar la poesía con las mías...
Gracias mi amiga y espero tengas un lindo fin de semana. Abrazos.
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