Mis deseos se alimentan de las curvas de tu cuerpo
la gentileza con que Dios te otorgó el volumen deseado
la generosidad de tus caderas, visión proclive al pecado.
Y aquí estoy yo que me extasio, te contemplo y te venero
y con mis sueños te beso, acariciandote el pelo
y la boca se me escapa, decendiendo hasta tus pechos.
Que culpa de que sean antiguos los deseos de mi mente
si no me gustan los huesos, te quiero mundana y fuerte
que así dibujaron pintores, las maravillas del arte.
Te quiero rellena, de deseos y placeres, carne perfecta
redondeces absolutas, para comulgar con tu hostia sagrada
gemidos ardientes, que mueras apasionada, humillando mi frente.
Así es como te quiero, con tu volumen perfecto y ardiente
es la única forma en que te sueño apasionadamente
carne de mi carne, que en mi lecho duerme...
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