Caminando hacia el abismo.-Capítulo 18, Un hombre afortunado.


Capítulo 18

Un hombre afortunado.-

Quien podía pensar, que habiendo pasado toda mi infancia y parte de mi juventud en internados, me considere un hombre afortunado, pero así es. He dado por bueno los castigos que yo se me buscaba, a cambio he recibido una de las mejores educaciones que un hombre pueda desear. Me inculcaron desde pequeño el respeto a los demás, alentaron mi sed insaciable de lectura y mi madre hizo que me enamorara de la poesía desde pequeño.

Mi profesor se casó con mi madre y me dio sus apellidos, ademas llegue a ser un gran velocista el día que pusieron la televisión en el colegio... cuando terminábamos de comer, como en estampida salíamos corriendo por un largo pasillo para sentarnos los primeros frente a la tv, me dejaba alucinado ese caballo Ted que hablaba y yo me creía que era verdad, con esa edad te lo crees todo...

Lo mismo que me creía que los reyes católicos eran católicos de verdad, hasta que de mayor leí la verdadera historia de esos reyes, la reconquista, las cruzadas y sobre todo ese genocidio que provocamos en américa del sur con nuestra conquista. He entendido leyendo la historia, que esos héroes españoles que acompañaban a Colón, Pizarro o Hernan Cortes, estaban compuesto por la peor ralea salida de las cárceles...pero nosotros en el campamento los honramos y veneramos. 
En esta foto del campamento junto a mi padre, esta justo al lado mi tienda de campaña que era para seis y se llamaba la escuadra Cortes...pero con esa edad y solo leyendo los libros oficiales, no podía saber la realidad de lo que fue esa invasión, para mi no tiene otro nombre... 
Es por eso que yo era inmensamente feliz, lo mismo que lo puede ser un burro con los ojos tapado y comida colgada sobre su cuello para que no le falta...pero no me puedo quejar, ¿quien me quita ya la felicidad que he sentido siempre en esos sitios?...

Estaba escribiendo este capitulo mientras pensaba en Pedro, estoy pendiente de esa llamada que me comunique que va a salir del hospital y me siento impaciente. La llamada se produce a las doce de la mañana, primero de la trabajadora de Caritas para decirme que ya había plaza para el en la casa de acogida, después del hospital para decirme que ya podía ir a por el...mi sentimientos estaban enfrentados entre la alegría por el y mi miedo también en que solo fuera otro fracaso más, cada tropiezo en su recuperación supone una gran dificultad para el de recuperarse...
A el le encantó el centro que tenia un gran jardín, cuartos individuales y talleres, le dije, si aquí no te curas, ya no te vas a curar nunca...

Podía estar en la casa de acogida solo un año, hasta que el programa con metadona acabara en solo un placebo sin que el se diera cuenta hasta que se lo dijeran, según el psicólogo del centro con el que hable, no era suficiente con dejar la metadona, tenia que curarse del todo mentalmente y eso es lo mas difícil para los pacientes...

Realmente lo vi animado y feliz y yo me despedí de el con un abrazo y un mar de dudas en mi alma por el desarrollo de los acontecimientos futuros, me tranquilicé a mi mismo diciéndome que no no fuera ave de mal agüero y pusiera un poco de fe en su recuperación. Mi mayor miedo era saber que si no lo conseguía, seguiría intentando suicidarse, porque su sentido de culpa lo agobiaba hasta el punto de no querer vivir en esa situación...

Me di ánimos por el camino de vuelta a mi oficina como siempre lo hago, accediendo a esos recuerdos de nuestras vivencias juntos en la escuela. Me viene al recuerdo de una en Virgen de los Reyes donde estaba el manicomio, estábamos en la portería de fútbol chutandonos con un balón, una voz fuerte desde detrás nos decía, cogerlo, cogerloooo, por el campo de fútbol venia un loco corriendo con las correas a medio poner, dos celadores corrían detrás de el, me puse con los brazos en cruz para pararlo, pero cuando iba llegando aquel tanque loco corriendo, di media vuelta y corrí tanto que perdí de vista a Pedro que corría en otro sentido, si hubiera querido ser celador, desde luego me pasaría como con la vaquilla, que mi profesión la terminaría antes de empezar...

Me sirve este secreto mio que tengo de poder acceder a recuerdos que me hacen sonreír, me hace sentir que la vida no es tan dramática como parece, siempre que a los que quieres, no se hagan dueños de tus sentimientos y preocupaciones...

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Ángel Reyes Burgos

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