La niña lava que lava
en la orillita del río
dos peces color de plata
en su cesto se han metido.
Con cuánta ternura los prende
para ponerlos en su enagua
y llevarlos con otros peces
que nadan dentro del agua.
Los peces saltan que saltan
están tan agradecidos
que quieren llegar a su cara
y calentar sus labios fríos.
Qué dulzura hay en su cara
cuando en sus manos los coge
y al oído les susurra
vengo a visitaros esta noche.
De júbilo saltan de nuevo
a esas corrientes heladas
tienen por fin ese consuelo
de tener una amiga encantada.
Y encantado por sus sueños
los peces están sonriendo
no quieren que pase mas tiempo
y a su casa van corriendo.
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