Sonetos satíricos entre Gongora y Quevedo.

A Gongora

Yo te untaré mis obras con tocino
porque no me las muerdas, Gongorilla,
perro de los ingenios de Castilla,
docto en pullas, cual mozo de camino;

apenas hombre, sacerdote indino,
que aprendiste sin cristus la cartilla;
chocarrero de Córdoba y Sevilla,
y en la Corte bufón a lo divino.

¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?

No escribas versos más, por vida mía;
aunque aquesto de escribas se te pega,
por tener de sayón la rebeldía.
A una nariz.

Erase un hombre a una nariz pegado,
erase una nariz superlativa,
erase una nariz sayón y escriba,
erase un pez espada muy barbado.

Erase un reloj de sol mal encarado,
erase un alquitara pensativa,
erase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón mas narizado.

Erase un espolón de una galera,
erase una pirámide de Egipto,
las doce tribus de narices era.

Erase un narcisismo infinito,
muchísima nariz, nariz tan fiera,
que en la cara de Anás fuera delito.





















Se cuenta que Don Luis de Góngora y Don Francisco de Quevedo, dos de los grandes poetas del Siglo de Oro y mayores representantes de dos diferentes tendencias literarias (Culteranismo y Conceptismo), eran acérrimos enemigos. Sus enfrentamientos literarios son una divertida muestra de su arte y de su gran talento. También a la hora de insultar...

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