Carta de Adam Cohen a su padre y canción


He oído que había un acorde secreto
que tocaba David, y al Señor le gustaba.
¿Pero a ti la música no te importa, verdad?
Era así: la cuarta, la quinta,
desciende la menor, la mayor asciende,
el rey confuso componía el Aleluya.

Aleluya...

Tu fe era intensa, pero necesitabas pruebas.
La viste bañándose en el tejado
su belleza bajo la luna te derrocó.
Te ató a la silla de la cocina,
destrozó tu trono, cortó tu cabello
y con tus labios dibujó el Aleluya.

Aleluya...
Dices que pronuncié su nombre en vano
pero ni siquiera sé su nombre
y aunque lo supiera, ¿por qué te importa?
Hay una llama de luz en cada palabra.
Qué más da cuál de los dos escucharas,
 Aleluya o el que está hecho pedazos.

Aleluya...

Hice lo que pude, no fue mucho,
no sentía nada, traté de alcanzarlo.
Dije la verdad, no vine para engañarte.
Incluso cuando todo se derrumbe
permaneceré frente al Señor de la Música
y no pronunciaré más que el Aleluya.

Aleluya...



















Carta de Adam Cohen a su padre...Hay tantas cosas por las que me gustaría darle las gracias, solo por última vez. Le daría las gracias por el consuelo que siempre me ha dado, por la sabiduría que me otorgó, por el maratón de conversaciones, por su cegador humor. Le daría las gracias por tenerme, por enseñarme a amar Montreal y Grecia. Y le daría las gracias por la música: primero por su música, que me sedujo de niño, después por apoyarme en mi propia música, y finalmente por el privilegio de poder hacer música juntos”

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