Alma del alma mía, ardor más vivo,
extremo de beldad única y rara,
ejemplo de valor por quien tan cara
la vida me es, de que antes era esquivo.
Fuera el decir cómo el concepto altivo
oh mi musa crüel, menos avara
viérades, si en el mundo se os mostrara
cuanto de vos dentro del alma escribo.
Mas, ¿qué puedo hacer si amor me inspira?
cantar vuestro valor alto y divino
al son desta vulgar, rústica lira.
No saber más mis versos de un camino:
esto me dicta aquél que a amar me tira,
por pensada elección, no por destino.
En esto podéis ver, señora mía,
la razón que tenéis de maltratarme,
que si vengo ante vos para quejarme
el temor me acobarda y me desvía.
Anda tan ciega ya mi fantasía
que llego alguna vez a aventurarme,
mas un no sé qué se viene a estorbarme,
y no es, aunque parece, cobardía.
Ved cuál debe de estar quien no se entiende:
que siendo causa vos del mal que siento,
de vos, que lo causáis, me cubro y celo.
Pues si mata el callar, decillo ofende,
¿qué remedio tendrá quien su tormento
le tiene a vuestros pies ya por el suelo?
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