En la obra de Zorrilla, don Juan Tenorio, en el tercer acto recita el constructor este poema delante del sepulcro de mármol terminado de doña Inés...
Pues, señor, es cosa hecha
el alma del buen don Diego
puede, a mi ver, con sosiego
reposar muy satisfecha.
La obra está rematada
con cuanta suntuosidad
su postrera voluntad
dejó al mundo encomendada.
Y ya quisieran, pardiez,
todos los ricos que mueren
que su voluntad cumplieren
los vivos, como esta vez.
Mas ya de marcharme es hora
todo corriente lo dejo,
y de Sevilla me alejo
al despuntar de la aurora.
Ah, Mármoles que mis manos
pulieron con tanto afán,
mañana os contemplarán
los absortos sevillanos
y al mirar de este panteón
las gigantes proporciones,
tendrán las generaciones
la nuestra en veneración.
Mas yendo y viniendo días,
se hundirán unas tras otras,
mientra en pie estaréis vosotras,
póstumas memorias mías.
Oh frutos de mis desvelos,
peñas a quien yo animé
y por quienes arrostré
la intemperie de los cielos;
el que forma y ser os dio,
va ya a perderos de vista;
velad mi gloria de artista,
pues viviréis más que yo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario