¿Que por qué así? No es muy dulce
la palabra, lo confieso.
Mas, de esa extraña amargura
la explicación está en esto:
después de llorar mis lágrimas
ásperas como el ajenjo,
me alborotó el corazón
la tempestad de mis nervios.
Siguió la risa al gemido,
y a la iracundia el bostezo,
y a la palabra el insulto,
y a la mirada el incendio;
por la puerta de la boca
lanzó su llama el cerebro,
y en aquella noche oscura,
y en aquel fondo tan negro,
con la tempestad del alma
relampagueó el pensamiento,
y les salieron espinas
a las flores de mis versos.
¿Que no hay alma? ¡Insensatos!
Yo la he visto: es de luz...
Se asoma a tus pupilas
cuando me miras tú.
¿Que no hay cielo? Mentira
¿Queréis verle? Aquí está.
Muestra, niña gentil,
ese rostro sin par,
y que de oro lo bañe
el sol primaveral.
¿Que no hay Dios? qué blasfemia
Yo he contemplado a Dios...
En aquel casto y puro
primer beso de amor,
cuando de nuestras almas
las nupcias consagró.
¿Que no hay infierno? Sí, hay...
Cállate, corazón,
que esto bien por desgracia,
lo sabemos tú y yo.
La niñez de Rubén Darío transcurrió en la ciudad de León, criado por sus tíos abuelos Félix y Bernarda, a quienes consideró en su infancia sus verdaderos padres...para saber mas pulse aquí.
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